Un ultra trail a través de la soledad, la claridad y el combustible sostenible.
Episodio n.° 1: La línea de partida
"No estoy aquí para sufrir, trascender ni demostrar nada".
2 de septiembre de 2021. 4:00 a. m. Philippe se adentra en la oscuridad para recorrer 175 kilómetros de sendero alpino, 11 000 metros de desnivel y 35 horas en soledad. Pero esto no es una carrera. Es una pausa: una silenciosa reconexión consigo mismo a través del accidentado terreno del Monte Rosa.
Meses de preparación mental, entrenamiento consciente y preparación lenta me llevaron hasta aquí. Sin exageraciones. Sin ruido. Solo la quietud necesaria para escuchar. Para observar. Para perseverar.
Mientras la mayoría depende del azúcar y la adrenalina, Philippe recurrió a la grasa , la de larga duración. Dos meses sin azúcar, completamente keto. De vuelta a lo básico. Y junto a él en este viaje: Holyfat : energía limpia, sabor sutil, hecha para durar. En las semanas previas a la carrera, entrenó con ella en sesiones de larga y media duración. Se produjo un cambio notable. Su cuerpo respondió. La calma sustituyó al caos. La energía se unió a la resistencia.
4:00 AM. Comienza el viaje: a las montañas y de regreso a sí mismo.
Episodio n.° 2: Cuerpo en movimiento, mente silenciosa
Soy el puerto de montaña y ese paseo en bicicleta en junio. Me convierto en una ladera de pedregal o en Orión sobre el Täschhorn.
Su rodilla empieza a dolerle en el kilómetro 30, algo inédito en años corriendo. El dolor aumenta previsiblemente con la distancia. Aun así, no hay bajada de energía. No hay problemas digestivos. Solo un movimiento fluido y estable a lo largo de las horas.
A medianoche, a 2800 metros sobre el nivel del mar, una bolsita de Holyfat de limón y macadamia se convierte en un ritual silencioso. Una pequeña alegría bajo las estrellas. En el kilómetro 120, llega la hora de una barra: cacao, sal marina, aceite MCT. La rutina continúa. El rastro se desvanece. El cuerpo sabe qué hacer.
Tres semanas antes, el último bloque de entrenamiento de Philippe se completó en ayunas. De vez en cuando, se resbalaba: unas almendras, un toque de agave. Pero siempre a baja intensidad. Ahora, a mitad de carrera, Holyfat es a la vez combustible y consuelo , rendimiento y ritual. Su digestión ronronea. La energía fluye. El movimiento es lento, pero constante. De esos que perduran.
Episodio #3 – Rompiendo y regresando
Aquí yace el peor farfalle de toda Suiza. Descansa en paz. Tus intenciones fueron buenas.
En el kilómetro 130, casi termina. La rodilla grita. La alegría se ha ido. La tristeza reemplaza el propósito. Sabía que este punto podría llegar: el "muro K100" de la ultradistancia. Ahora es real.
¿Y cómo sigues adelante? Primero: ritual. Desnudarse. Cambiarse de ropa. Reiniciar. Encender un pequeño altar de hábitos e identidad. Luego: combustible. Pero no cualquier cosa. Ni fideos. Ni arrepentimiento. Holyfat otra vez: deliberado, digno. Y de alguna manera, el motor vuelve a arrancar.
Amanece. El cuerpo vuelve a la acción. Philippe se da cuenta: tras 12 barritas y sobres de carrera, su digestión es impecable. Sin hinchazón. Sin náuseas. Solo energía limpia y tranquila haciendo su trabajo. Dos semanas antes, había aumentado sus omega-3: más aguacate, más pescado azul. Nada forzado. Café Bulletproof o té verde para llevar. El recuerdo de estos sabores permanece con él ahora, como una especie de santuario móvil.
A las 14:00, ve la subida final. Y se da cuenta de que, en las últimas cinco horas, ha acelerado. Inesperadamente. Silenciosamente. Ha surgido una especie de claridad interior. Nada de adrenalina. Solo una concentración profunda e inquebrantable.
La llegada está cerca.
Conclusión – Holyfat: Construido para el largo plazo
La historia de Philippe no se trata de estadísticas de rendimiento. Se trata de reconectar con el cuerpo, con el momento, con lo que realmente lo sostiene. En un mundo de subidas de azúcar y sobreesfuerzo, eligió la quema lenta y constante de la claridad.
Impulsado por Holyfat. Impulsado por la presencia. Sostenido por el silencio.